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📚 Bullying: cuando el lenguaje pierde peso y la realidad gana dolor

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Como todos los extranjerismos, cada vez que adoptamos una palabra corremos el riesgo de cometer errores en su traducción y en su uso. Algo parecido pasa con términos que se vuelven cliché: el empleo irresponsable les resta importancia a temas muy graves como la depresión, la bipolaridad o, más recientemente, la esquizofrenia 🧠. Palabras que deberían usarse en contextos clínicos y con cuidado terminan circulando en bromas o frases cotidianas, despojándolas del peso que en verdad tienen.


Con el término bullying ocurre lo mismo. La traducción correcta es acoso escolar 🎒, y, sin embargo, con frecuencia escucho que se usa de manera inapropiada. Por un lado, muchas familias —madres, padres o cuidadores— llaman “bullying” a los conflictos propios de la convivencia escolar: “a mi hijo le están haciendo bullying”. Pero no siempre se trata de acoso, sino de roces y desacuerdos donde el niño o la niña lo que necesita es herramientas para aprender a resolverlos, no que el adulto intervenga en su lugar.


Por otro lado, también se ha puesto de moda usar la palabra “bullying” como broma: “me está haciendo bullying” cuando alguien lanza un chiste pesado o hace un comentario de mal gusto🙄. Ese mal uso no solo trivializa el término, sino que invisibiliza a las víctimas reales que sí han sufrido acoso en cualquier contexto.


Aclaremos: el bullying no es una broma ni un simple conflicto. Se define como una conducta de acoso sistemático, intencional y sostenido en el tiempo, donde existe un desequilibrio de poder entre víctima y agresor ⚖️. Hoy, además, está reconocido legalmente como un delito que debe ser denunciado 🚨. Incluye agresiones verbales 🗣️, físicas ✊, psicológicas 🧩, sociales 🤝 e incluso digitales 💻 (ciberacoso).


Por eso, más que rechazar los extranjerismos, lo que propongo es que usemos ciertos términos con el respeto y la seriedad que merecen, honrando a las verdaderas víctimas 💔. Porque sí existen, son muy reales, y su dolor no puede quedar escondido en la banalización del lenguaje.


🌱 Otro aspecto importante: en todo caso de bullying hay una víctima y uno o varios victimarios. Pero también es cierto que debemos preparar a nuestros niños, niñas y a nosotros mismos para enfrentar a estas personas —muchas veces con rasgos narcisistas, con baja autoestima disfrazada de violencia y con un liderazgo negativo que inspira temor—. No se trata de quedarse en una posición de víctima, se trata de hablar de esto abiertamente, de no minimizar lo que los niños nos cuentan, de protegerlos 🛡️ y, cuando es necesario, denunciar.


📖 Para ilustrar este tema recomiendo el libro Invisible de Eloy Moreno, un texto que refleja el peligro de no escuchar a nuestros hijos, de minimizar lo que sienten y de hacerlos invisibles frente a su dolor. Es una lectura poderosa que nos recuerda que el silencio y la indiferencia también son formas de violencia.


💭 Mi deseo es que este no sea un artículo más, sino una invitación a la acción. Pregúntale a tu hijo o hija cómo está, dedica tiempo a escucharl@, entiende qué ocurre en el colegio. Educar también es acompañar en los momentos difíciles y dar herramientas para afrontar la vida con dignidad.


🚫 El bullying no es una palabra de moda. Es una realidad dolorosa.Y reconocerla con seriedad es el primer paso para transformarla. 🌟

 
 
 

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